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VISION GENERAL
Perú, país de tradiciones milenarias y centro de una de las cinco civilizaciones mundiales, lleva décadas sumergido entre profundas crisis (así, en plural) y grandes esperanzas.
Con sus mas de 1.200.00 kilómetros cuadrados y poco mas de 30 millones de habitantes, siempre ha sido considerado un país mediano entre los países de América Latina. País esencialmente minero, desde siglos atrás hasta la actualidad, con su producción de cobre, zinc, plata y oro y con una agricultura básica, centrada en los valles y alturas medias de los Andes, que lo atraviesan como su columna vertebral, y una agricultura mas moderna asentada en la Costa, con la producción de caña de azúcar, y la producción de arroz en los valles de la selva, junto con los frutales en toda época y la pesca ofrecida en abundancia gracias a la corriente fría del Pacifico Sur.
Un país que tiene, en su territorio, el 80% de los microclimas del Planeta no puede ser tan pobre como lo demuestran las cifras de hambre, desocupación, miseria que alcanzan a más del 50 % de la población peruana. Y, sin embargo, asi es: desde la Colonia hasta la actualidad, el 2 % de la población, una ínfima minoría, se ha ido aprovechando de los recursos naturales, de la producción y trabajo de millones de peruanos.
La dependencia económica, madre de todos los males, ha sido la constante durante cinco siglos, alentada por ese pequeño sector que se iba beneficiando del tipo de relación comercial, minera y agrícola, adoptando modos de vida occidentales y niveles de vida comparables a los de las capitales de los países más desarrollados mientras las grandes mayorías luchaban por la sobrevivencia.
De vez en cuando, algunos intentos democratizadores de la sociedad que siempre terminaban en golpes de estado dirigidos por militares que volvían a poner las cosas en su sitio, manteniendo un centralismo agobiante, de los mayores de América Latina, y beneficiando a los sectores dominantes tradicionales que no han sido capaces de levantar y dirigir un proyecto nacional.
Los Andes, decíamos, son la columna vertebral del Perú y, por ello, la población andina siempre ha sido el eje de la producción, de la sociedad, de la cultura peruanas, y es precisamente aqui, en la sierra andina y entre la población andina que, entrado el siglo XX, se inicia la gran crisis nacional del Perú que todavía está sin resolver: la sierra comienza a despoblarse en beneficio de la Costa y de las grandes ciudades, la producción agrícola de la Costa comienza a superar a la de la sierra, el capital financiero se va concentrando, casi con exclusividad, en Lima, las influencias culturales occidentales van invadiendo el Perú, rompiendo, de manera definitiva, la “columna vertebral social” del Perú: los Andes permanecen majestuosos pero la población andina se hace mas pobre y es objeto de marginación. Y este cambio, en una sociedad milenaria como la peruana, significa un trauma tan grande como el que se dio con la conquista española cinco siglos atrás.
Las últimas décadas.
El Perú es consciente de los cambios que se han producido en las últimas décadas y, hablando en general, todo el mundo clama exigiendo soluciones. Las crisis se han ido sucediendo una tras otra, agravadas, muchas veces, por catástrofes naturales, terremotos, epidemias como la del cólera, Fenómeno del Niño y la violencia política y terrorista que, siempre, recaen sobre los más pobres…, pero hay conciencia de la necesidad del cambio y eso es ya muy importante. Lo difícil es encontrar la solución correcta.
El Perú se ha venido moviendo entre la modernización autoritaria y la búsqueda de la modernización democrática. Se ha intentado de todo, se ha probado de todo: regímenes militares “reformistas”, como el del General Velasco, dictaduras militares tradicionales, gobiernos democráticamente elegidos, como el de Fernando Belaunde y Alan Garcia, , el terror absoluto y criminal de Sendero Luminoso, la dictadura de nuevo tipo, con el control absoluto de la sociedad y del Estado por parte de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, para volver a unas elecciones democráticas, con Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.
A nivel popular, esfuerzos increíbles por recuperar la dignidad, basándose en las organizaciones de base a nivel campesino, poblacional, de mujeres, acompañadas de luchas por la descentralización y por mejora de las condiciones de vida, llenas de creatividad e ingenio buscando alternativas para la alimentación diaria (como la gran experiencia de los comedores populares) y para el trabajo (la fuerza de los llamados “informales” o pequeños industriales y comerciantes) que demuestran, una vez más, que el pueblo peruano es un pueblo trabajador que intenta superar sus dificultades personales, familiares y sociales y que es posible una solución real a los graves problemas del Perú.
Pero todo intento de modernización democrática siempre es barrido por los tradicionales intereses económicos, políticos y culturales que predominan en el Perú. En los años setenta y ochenta, todo el mundo se maravillaba de la gran red de organizaciones populares que existían en el Perú, sin lugar a dudas, la más grande de América Latina, avanzando en su coordinación e intercambio de experiencias, promoviendo nuevos liderazgos a nivel nacional y avanzando hacia una integración de nuevo tipo, más amplia, más democrática.
Sendero Luminoso, con su terror contra el pueblo (más de 70,000 asesinados, todos ellos de sectores populares incluyendo a varios miles de dirigentes campesinos, obreros y municipales), y Alberto Fujimori con su concepción autoritaria y controlista de gobierno, se encargaron de ir minando y destruyendo esta riqueza social peruana.
En las últimas décadas, por esas dos razones señaladas, se ha debilitado aún más la sociedad civil peruana, base de una autentica modernización democrática del país. No hay institucionalidad (no funcionan el poder judicial, los partidos políticos, el Congreso, las organizaciones gremiales, etc.), no hay funcionamiento adecuado de las instituciones, a ningún nivel, no hay valoración de la propia institucionalidad como camino seguro a la modernización democrática, predominando, como consecuencia directa de la implementación del sistema neoliberal salvaje en el Perú, un individualismo terrible que, ante la crisis, anima a un “sálvese quien pueda” en lugar de “salvémonos todos”.
Como lo hemos señalado en múltiples ocasiones, la trampa del neoliberalismo consiste en señalar, publicitar por todos los medios que controla, que hemos llegado al fin de las ideologías, cuando la ideología central del neoliberalismo es el individualismo feroz y salvaje. Con ello insisten en que “no hay causas sociales de los problemas de la sociedad, de las injusticias, de la desigualdad y, por lo tanto, no hay soluciones sociales sino individuales” y, con ello, nos tienen atrapados a nivel nacional y a nivel mundial. Nosotros creemos y demostramos que sí existen causas sociales de los problemas y que, por lo tanto también hay soluciones sociales, colectivas, y, por supuesto, una ideología basada en valores comunitarios y solidarios.
Y, como un cuarto aspecto, la crisis de los partidos políticos y la falta de liderazgo en todos y cada uno de los aspectos de la sociedad peruana actual. El personalismo, el caudillismo, el cortoplacismo, unidos a los intereses personalistas y a la corrupción, extendida ahora por todo lo largo y ancho del país, nos convierte en una sociedad mediocre, con objetivos mediocres, lejos de la grandeza que el Perú se merece como Nación.
El reto está, entonces, en encontrar el camino de la modernización democrática para que, de manera integral y definitiva se solucionen los problemas económicos, políticos, culturales de la sociedad peruana, siendo necesarios los cambios en el modo de pensar y de actuar de todos y, de manera especial, de los dirigentes, promoviendo nuevas organizaciones, soluciones creativas, nuevas relaciones sociales, respeto a la institucionalidad y surgimiento de nuevos liderazgos.
Los gobiernos locales, regionales y nuevos espacios de participación.
Precisamente, uno de los caminos más seguros que tenemos en el Perú para lograr la modernización democrática está en el fortalecimiento de espacios que han ido surgiendo a partir de experiencias concretas: movimiento de mujeres, de jóvenes, de derechos humanos, de defensa del ambiente, de las comunidades nativas, profesionales y empresarios de nuevo tipo, uso de las tecnologías y de las redes sociales, defensa y promoción de las culturas e identidades, etc. contribuyendo, todos ellos, a la constitución y fortalecimiento de la sociedad civil peruana:
Los gobiernos locales, por su cercanía a la población, han tenido y tienen posibilidades de relacionarse de manera privilegiada con las organizaciones sociales y generar puentes de participación ciudadana. En otras ocasiones, las protestas y críticas a los propios gobiernos locales también son manifestación de conciencia de derechos y deberes ciudadanos. Tan clara es esta posibilidad de acción de los municipios que ellos fueron el blanco privilegiado de los ataques tanto de Sendero Luminoso (asesinó a más de mil alcaldes y regidores de municipios populares) como de Fujimori y Montesinos que intentaron ahogar, con más de 50 leyes, a los gobiernos locales.
Entre otros aspectos, queremos resaltar algunos logros de las gestiones municipales en los últimos años:
- a) procesos de participación y concertación local: son conocidas las experiencias de Villa El Salvador (Lima), Ilo (sur) Cajamarca (norte), Anta (sierra) en la década pasada que sirvieron de referente para la multiplicación de experiencias participativas por todo el país, al respetar las organizaciones de base que comienzan a asumir responsabilidades de gobierno en sus propias comunidades, fortaleciendo, de hecho, la sociedad civil y la institucionalidad democrática.
- b) los planes de desarrollo integral: experiencias de planificación y puesta en marcha de proyectos de desarrollo que atienden los problemas locales, utilizando al máximo los recursos, uniendo democracia con eficacia y fortaleciendo los procesos de descentralización tan necesarios en el Perú. Las experiencias con éxito, en diferentes regiones del Perú, han marcado una diferencia sustancial entre las concepciones y prácticas de la década anterior que consideraban a las municipalidades como simples administradoras de servicios públicos, transformándose, ahora, en generadoras y animadoras del desarrollo local. Gracias a estas acciones se logra ir solucionando problemas uniendo los objetivos personales con los objetivos sociales en un marco de desarrollo integral.
- c) mayor espacio para la participación de la mujer: objetivo fundamental de la democratización de la sociedad. Un importante contingente de lideresas mujeres dejan el escenario de la organización de base para asumir cargos ediles, como alcaldesas y regidoras, ampliando tanto el rol de la mujer como su campo de acción y su imagen como gobernante. La acción local ha abierto estas puertas de participación de la mujer que, sin lugar a dudas, seguirá conquistando espacios en otros niveles de la política, de la empresa y de la sociedad.
- d) surgimiento de nuevos líderes democráticos en las provincias: la posibilidad de elecciones democráticas, a nivel municipal y regional, hace posible que nuevos líderes de las propias comunidades sean reconocidos por sus aportes, sugerencias e iniciativas, transformándose, poco a poco, en “dirigentes-gobernantes” que aportaran ideas y prácticas nuevas, mucho más democráticas, a la política nacional.
Los gobiernos locales y regionales están demostrando, en medio de la crisis general y a pesar de los terribles y condenables actos de corrupción, que si existen soluciones a los problemas del Perú. Forman parte del caudal de esperanzas del pueblo peruano en una propuesta renovadora, defendiendo la descentralización y la regionalización en un Estado solidario.
En el Siglo XXI el Perú de nuevo está en condiciones de asumir grandes retos. Un pueblo con tanta riqueza cultural, social, humana no puede resignarse a mantener el 50 % de su población en estado de pobreza y de miseria. Hay recursos suficientes para elevar el nivel de vida de la población, hay ideas, hay experiencias concretas que tienen que lograr superar los fracasos y frustraciones de tantas décadas de marginación y dependencia. El Perú lo puede lograr y lo hará uniéndose a todos aquellos pueblos que, en el mundo, luchan por los mismos objetivos de justicia y de dignidad.
El reto no es solo para un país, el reto, en una economía globalizada, es para todos aquellos pueblos y personas conscientes que creemos que nuestro Planeta es nuestra casa común y que, en ella, todos podemos vivir con dignidad, compartiendo solidariamente los recursos, respetando e intercambiando nuestras culturas, construyendo un futuro donde todos y cada uno de nosotros, personal y socialmente, podamos decir nuestra palabra y ser escuchados.
La renovación de la política (renovación en las ideas, en las propuestas, en la práctica y en las dirigencias) y generar espacios políticos democráticos es un objetivo urgente e inmediato para alcanzar los retos que se nos presentan en el Siglo XXI.
2. ASPÈCTOS COYUNTURALES
- El Perú no ha tenido una auténtica transición democrática para superar la dictadura de Fujimori. El peso del fuji-nomtesinismo se mantiene a nivel económico especialmente con los contratos de todo tipo que el Estado firmó con varias trasnacionales en los rubros energético, minero, agroindustrial, gasífero, etc. que se mantienen intactos y no benefician a las grandes mayorías nacionales; a nivel institucional como se refleja sobre todo en el control del poder judicial, en el legislativo (donde no se aprueban reformas..) en el esquema actual de partidos políticos; a nivel de los medios de comunicación, donde el esquema de poder en los mismos se mantiene igual aunque disimulado con una débil capa de democracia; en el centralismo, abandonando el incipiente proceso de descentralización, debilitando a los gobiernos regionales y locales y re-centralizando las decisiones en el Ministerio de Economía, etc. Los poderes, el esquema de Estado y de gobierno, el modelo económico neoliberal se mantienen con mucha fuerza desde Fujimori hasta el presente. Y ello provoca el mantenimiento de las desigualdades, el desinterés por el cuidado del ambiente y el abandono de la inversión en tecnología y ciencia lo que seguirá atrasando al Perú en relación con los demás países.
- Los poderes fácticos y los poderes ilegales. Una realidad y otro reto para el Perú democrático. Dado que el sistema neoliberal se ha impuesto con fuerza en el Perú, son los “otros” poderes los que dominan por encima de los poderes constitucionales…Los grupos económicos, tanto los financieros como mineros extendiéndose al comercio moderno (los propietarios de los grandes centros comerciales e importadores de artículos de alta tecnología y los relacionados con la comunicación) mantienen el sistema de manera firme. Quizás la expresión del Presidente Toledo lo grafica bien cuando dijo que “la economía peruana va en piloto automático”….nadie la cambia…!! Junto a ello el narcotráfico que sigue vigente en la realidad peruana como un poder semioculto que llega a los distintos niveles e instituciones de la sociedad peruana. Si este peso de los poderes fácticos no cambia difícilmente se llegará a la democracia que deseamos.
- La debilidad institucional. El gran mal de la sociedad peruana y el gran reto para todos los actores democráticos. Ya lo hemos señalado anteriormente. El modelo neoliberal se basa en el individualismo feroz y en una gestión cortoplacista…ya no interesan las instituciones políticas ni sociales ni gremiales o sindicales. Esto, que también proviene de la época de Fujimori y Montesinos, se mantiene intacto beneficiando a los grupos dominantes. Cambiar esta situación es muy difícil pues se ha generado unan desconfianza absoluta frente a toda institución y, es duro decirlo, frente a los demás…Si no se generan espacios de confianza, de objetivos y percepciones comunes sustentadas en instituciones, es poco menos que imposible que se cambie de sistema, de modelo de desarrollo y modelo de Estado. Ello incluye la mediocridad en el liderazgo que fomenta esta debilidad institucional y el cortoplacismo.
- La corrupción. Está tan generalizada en los sectores públicos y privados, que no hay mucho que comentar, lamentablemente…Lo peor es como se ha introducido en la mentalidad masiva, en la cultura cotidiana como se expresa en frases tales como “que robe pero que haga obra” o “todos son iguales”. De nuevo hay que generar espacios públicos y privados limpios de corrupción, liderazgos honestos, modificación de normas y cumplimiento de la ley, junto con la transparencia absoluta de toda gestión. Ello incluye a la educación: el sistema educativo no tiene el peso que se supone debe de tener en la formación de ciudadanía. La mediocridad en la educación pública se ha unido al mito del éxito de la educación privada que se ha transformado en uno de los negocios más rentables del Perú en todos los niveles sociales desde un jardín de infancia hasta las universidades más caras…El sistema educativo actual promueve una sociedad permisiva ante la corrupción y ante el enriquecimiento ilícito.
- Nueva identidad nacional? Hay cambios profundos en la sociedad peruana, comenzando por la real homogeneización de la juventud a nivel nacional. Los jóvenes de la costa, de la sierra y de la selva, del norte centro y sur van pensando igual, vistiendo igual, teniendo los mismos intereses y las mismas manifestaciones culturales…Significará esto la construcción de una nueva identidad nacional peruana? Si fuera así, quiénes la están construyendo? Los medios de comunicación? Los poderes fácticos? La globalización y sus modelos a imitar? Considero que este es un gran reto para todo el Perú para sus líderes políticos, sociales, intelectuales, incluyendo también a las propias comunidades nativas que tienen que desarrollar más todavía su presencia y aportes a una nueva identidad nacional no excluyente y puesta en el siglo XXI.
Reflexión final.
Pareciera una mirada muy negativa del actual momento que vive el Perú. Sin embargo, como lo hemos señalado desde las primeras palabras, la sociedad peruana siempre se mueve entre las crisis y las esperanzas, debido, fundamentalmente, a la gran capacidad del pueblo peruano para superar situaciones límites partiendo siempre la iniciativa de los sectores populares, que es donde reside, en mi opinión, la esperanza de renovación y de construcción de la modernización democrática, la renovación de liderazgos y la participación en la globalización propia del siglo XXI.
Considero que la cooperación internacional debe tener en cuenta los aspectos señalados, insistiendo en las posibilidades que presenta la globalización con un aprendizaje mutuo responsable y solidario, ante los retos comunes que, definitivamente, existen ya entre los diferentes países del mundo, incluyendo el cuidado del ambiente. La defensa de los derechos humanos universales y el rompimiento de la brecha tecnológica, tres de los aspectos claves asumidos, en principio, por las diferentes naciones, reflejados en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sustentable aprobado en las Naciones Unidas.
La cooperación internacional solidaria debe centrarse más en el desarrollo de las potencialidades que tiene la sociedad peruana en el marco de una sociedad democrática moderna.
Villa El Salvador, 21 de marzo 2016.